Luna 5 de Abril de 2010

“El hombre embrutecido por la superstición,

es el más vil de los seres humanos”

Platón

“La superstición es a la religión 

lo que la astrología es a la astronomía,

la hija loca de una madre cuerda”.

Voltaire

Lunes. Luna. Pájaros. Y el inicio, en la bella voz de Carolie Clement con Cést La vie , cortina del programa. Se comenzó  con una anécdota ocurrida  en una Sala de Espera, luego, el invitado , ALFREDO LEMON, poeta y amigo, desentrañaba los versos de “El gato” un poema de Charles Baudelaire . Y sonaron Las Mañanitas,  una forma de homenajear a los cumpleañeros y también de saber que siempre está con nosotros Carlos Villa Guzmán. Y quienes cumplían años eran unos cuantos: Luis “Bocha” Zuluaga, incansable difusor de poetas y artistas. Alejandro Lopez que desde Villa María y con muchísimo esfuerzo lleva adelante la revista Compartiendo,  el cubano Miguel Crispín Sotomayor, Luis Holgado, Claudio Escobar, Eduardo Laguna y Héctor Celano, de quien escuchamos uno de los poemas de su CD Esencia con el Trío Cuba. 

Se habló sobre la casa de 24 de setiembre y Félix Frías en Barrio General Paz, a través de una anécdota de Daniel Salzano.  Y también sobre  cábalas utilizadas por algunos autores como :  Proust, Kafka, Mann, Twain, García Marquez, entre otros, Anécdotas que  ilustrarán el lateral del blog.  

En el rincón poético de los fragmentos estuvieron, Laura García del Castaño, Diego Slavin, Idea Vilariño,  Anny Guerrini, Claudio Sellán y Estela Smania.  No faltaron las efemérides, un 5 de abril nació en 1912, en Santa Fe, el pianista y compositor, Carlos Guastavino. En 1916, nacía el actor y productor, Gregory Peck. En 1955, Sudáfrica abandona la UNESCO ante las protestas internacionales por su política de discriminación racial. En 1968, en varias ciudades de EE.UU. se producen incidentes por el asesinato de Martin Luther King. También en 1908 nacía Bette Davis y fue dedicado a Rolando Revagliatti, algunas anécdotas de la actriz.  

Un comentario de Carlos Cazorla y Horacio Urbañski, sobre el 6º Encuentro Internacional de Poesía, realizado en Tinogasta, Catamarca, donde fundamentalmente dicen – aparte de disfrutar poesía y música –  los concurrentes renovaron valores fundamentales del ser humano, con el propósito de mejorar la sociedad en pleno signo tecnológico, fortaleciendo la democracia y las instituciones. 

La música del programa  tenía que ver con el tema eje del programa: Toca Madera por Joan Manuel Serrat y Superstition de Stevie Wonder.

Se leyó poesía de Charles Bukowski y Jorge Luis Estrella. El resto quedó en manos del invitado, con su poesía particular, que apunta a la esencia del ser, de la vida. A continuación,  dos de sus poemas. 

¡¡Gracias Alfredo Lemón, por la poesía y la palabra!!

                                                

Una silueta se insinúa detrás del anaquel

Su luz es más brillante que el oro

y pocos pueden contemplarla sin perder los ojos.

Vigila el jardín del conocimiento, 

allí donde apenas somos capaces de desatar

las sandalias de Sócrates.

La busco y la he buscado:

desde mis primeras intuiciones en la infancia,

a través de las distintas edades de mis días

y en el revés de cada página.

Aún pregunto si a ella pertenecen mis palabras;

si suyas son las dudas que escribo en el papel

y ahora intento exorcizar en estos versos.

*  *  *  *  * 

El amor no es amado

Quien ama a una mujer, las ama a todas.

Pero aquella a quien amas es la más ajena, la distante.

¿Un amor compartido nunca se olvida?

¿Los amores imposibles perderán la memoria?

Hay amantes que se encuentran unas horas

y acaso son felices en la espera.

También el monje que está solo en su celda

siente a veces que Dios no escucha su plegaria.

El deseo tiene el sabor de las uvas del infierno.

Hasta en el amor más puro hay siempre un sufrimiento,

el amor más sublime también morirá.

Lo efímero angustia, lo duradero cansa.

La felicidad es sórdida, amenaza.

Demasiadas ausencias:

lejos de quien creíamos estar enamorados,

lejos de quien hubiésemos querido amar.

                                             Alfredo Lemon

Siempre se dice que las herraduras traen buena suerte. Esta creencia nace con los griegos, quienes confeccionaban sus herraduras de hierro, por considerarlo un elemento que ahuyentaba el mal, sumada esta creencia a la forma de la herradura, similar al de la luna en cuarto creciente, símbolo de fertilidad y fortuna

Para los romanos, la sal era un elemento invaluable, tanto para condimentar sus alimentos como para curar sus heridas. Se les entregaban bolsitas con raciones de sal que llamaban salario, si esta se derramaba significaba perder dinero , de ahí la milenaria superstición que persiste en nuestros días.

A Napoleón le aterrizaban los gatos negros. Sócrates temía al mal de ojo, Julio César sentía miedo por los sueños, Enrique VIII consideraba que su matrimonio con Ana Bolena fue por injerencia de la brujería y Pedro El Grande, sentía un terror casi patológico al tener que cruzar los puentes.

Los animales también han sido por siglos transmisores de mala o buena suerte. La aparición de una mariposa blanca anuncia – según dicen – la llegada de la carta de un familiar ausente. La mariposa negra, anuncia la muerte de algún familiar cuando se aproxima demasiado a la casa o merodea alguna habitación con frecuencia, en cambio no es señal mala, cuando entra y parte inmediatamente.

Es signo de buena suerte que caiga una mosca en la bebida que estamos a punto de tomar. Pero la mosca también tiene que ver con el tiempo. Si una de ellas revolotea alrededor de la luz, anuncia el mal tiempo, y si se pone pegajosa, es señal de lluvia inminente.

Se cree que la presencia de un grillo en la casa atrae la fortuna. Además, - lejos en el tiempo -cuando los niños tardaban en caminar, se les pasaba un grillo vivo dos o tres veces sobre la pierna.

Sobre escritores

Dicen que Marcel Proust volvía a casa muy tarde. Se acostaba, no sin ponerse un pijama y un grueso jersey de lana del Pirineo, que le mantenían caliente con una bolsa de agua. Luego, trabajaba hasta las siete de la mañana. Escribía deprisa, con plumillas de marca Sergent major. En la mesilla de noche tenía 15 plumas al alcance de la mano, dos tinteros escolares y un reloj de péndulo barato. Sin todo eso no era capaz de escribir.

Kafka sólo escribía a oscuras o en penumbra, y sólo, además, con tinta azul o morada.

Thomas Mann se enjuagaba las manos en agua de violetas continuamente, en su estudio, rodeado de enormes palanganas.

Mark Twain llevaba la cuenta exacta del número de palabras que escribía cada día, por lo que en sus manuscritos es frecuente encontrar pequeños números escritos a lápiz cada cierto número de páginas.

Gabriel García Márquez nunca ha ocultado que es supersticioso. De hecho, él lo explica así: “Yo crecí en un mundo en el que mi abuela hablaba con los muertos, y no me he desprendido de eso. Aunque mis supersticiones no son el miedo al número trece ni a pasar por debajo de una escalera. Tengo las mías propias”. Cuando el británico Gerald Martin entrevistó a Gabo en el 2000 para escribir un libro sobre su vida , el autor de Cien años de soledad dijo: “No quiero que me hagan una biografía”, “Creo que esa es una forma de invocar a la muerte”.

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